Buenos Aires 4 de Marzo
Esto se ha acabado, ¿o no? El día 28 fue nuestro último día Antártico, después de un último baño de los valientes rusos en el océano (estos tipos están hechos de otra materia distinta a la del resto de humanos) hemos empezado el largo viaje de 72 horas de vuelta a Ushuaia pasando de nuevo por el paso de Drake, el Cabo de Hornos y finalmente el canal Beagle.
Hemos tenido mucha suerte. De nuevo ha habido uno de esos raros días en los que el Océano Atlántico, al Antártico y el Pacífico han decidido no pelearse entre ellos y dejarnos pasar “tranquilamente”. Para muchos este período ha sido un período de reflexión sobre lo que esta experiencia ha significado y sobre nuestro grado de compromiso. Es casi imposible haber pasado dos semanas por la Antártida sin que lo visto, oído y sentido no deje una profunda huella y ganas por frenar el cambio climático y colaborar en que en el 2041 este continente siga siendo tierra para la ciencia y los animales.
Una última sorpresa nos esperaba en el viaje de vuelta, nos hemos extrañado todos al oír los motores del barco parar, y es que un grupo de ballenas jorobadas estaban dándose un festín de Krill a escasos metros del barco. Son increíblemente grandes, ha sido como ver en directo National Geographic. Igor de WWF Rusia, nos ha dado todos los detalles de estos magníficos animales.
Al entrar en el Canal Beagle y por lo tanto en aguas tranquilas de verdad, hemos tenido una última cena especial con entrega de los diplomas oficiales, charlas individuales con Robert y una valoración en grupo de la experiencia. Después de manera inesperada la fiesta del Kalimotxo (estos guiris…).
En la mañana del día 3 hemos dicho finalmente adiós al MV Ushuaia nuestro hogar durante estas dos semanas y si, al bajar estas unas horas echando en falta el movimiento del suelo, es una sensación muy extraña. Yo he sido de los afortunados y he conseguido “enganchar” el vuelo con solo 1 hora de retraso, alguno de mis compañeros no ha tenido tanta suerte y han tenido 9 horas de retraso, perdiendo por supuesto conexiones, etc. Imaginaros los de Hong Kong que días les esperan…
Personalmente me siento muy afortunado por haber podido disfrutar de esta experiencia, es algo inigualable. Ahora comienza otro viaje en casa ¿cómo ser un buen embajador de la Antártida en Madrid?
Esto se ha acabado, ¿o no? El día 28 fue nuestro último día Antártico, después de un último baño de los valientes rusos en el océano (estos tipos están hechos de otra materia distinta a la del resto de humanos) hemos empezado el largo viaje de 72 horas de vuelta a Ushuaia pasando de nuevo por el paso de Drake, el Cabo de Hornos y finalmente el canal Beagle.
Hemos tenido mucha suerte. De nuevo ha habido uno de esos raros días en los que el Océano Atlántico, al Antártico y el Pacífico han decidido no pelearse entre ellos y dejarnos pasar “tranquilamente”. Para muchos este período ha sido un período de reflexión sobre lo que esta experiencia ha significado y sobre nuestro grado de compromiso. Es casi imposible haber pasado dos semanas por la Antártida sin que lo visto, oído y sentido no deje una profunda huella y ganas por frenar el cambio climático y colaborar en que en el 2041 este continente siga siendo tierra para la ciencia y los animales.
Una última sorpresa nos esperaba en el viaje de vuelta, nos hemos extrañado todos al oír los motores del barco parar, y es que un grupo de ballenas jorobadas estaban dándose un festín de Krill a escasos metros del barco. Son increíblemente grandes, ha sido como ver en directo National Geographic. Igor de WWF Rusia, nos ha dado todos los detalles de estos magníficos animales.
Al entrar en el Canal Beagle y por lo tanto en aguas tranquilas de verdad, hemos tenido una última cena especial con entrega de los diplomas oficiales, charlas individuales con Robert y una valoración en grupo de la experiencia. Después de manera inesperada la fiesta del Kalimotxo (estos guiris…).
En la mañana del día 3 hemos dicho finalmente adiós al MV Ushuaia nuestro hogar durante estas dos semanas y si, al bajar estas unas horas echando en falta el movimiento del suelo, es una sensación muy extraña. Yo he sido de los afortunados y he conseguido “enganchar” el vuelo con solo 1 hora de retraso, alguno de mis compañeros no ha tenido tanta suerte y han tenido 9 horas de retraso, perdiendo por supuesto conexiones, etc. Imaginaros los de Hong Kong que días les esperan…
Personalmente me siento muy afortunado por haber podido disfrutar de esta experiencia, es algo inigualable. Ahora comienza otro viaje en casa ¿cómo ser un buen embajador de la Antártida en Madrid?
Soy un gran afortunado de poder haber vivido esta experiencia en la Antártida y enamorarme de ella, no soy un experto en medioambiente, pero a través de este viaje sé que lucharé por su preservación de por vida, haciendo llegar el mensaje a la mayor cantidad de gente posible. Espero ser un buen embajador antártico por muchos años. Gracias a Robert y a Coca-Cola por darme esta oportunidad
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